En toda empresa existen condiciones que pueden detonar un incendio, desde la presencia de materiales combustibles hasta procesos cotidianos mal controlados. Factores que parecen menores pueden definir si un conato queda bajo control o escala a una emergencia.
La evaluación de riesgos permite dimensionar estos escenarios, entender su alcance y priorizar medidas de seguridad. Gracias a este análisis es posible orientar recursos, planear la respuesta y reducir la vulnerabilidad frente a un incendio real.
¿Qué es una evaluación de riesgo de incendio y por qué es fundamental?
La evaluación de riesgo de incendio consiste en revisar qué condiciones dentro de una empresa pueden favorecer que se inicie un fuego y qué tan grave podría ser si ocurre. No se limita a mirar materiales combustibles, también considera cómo se almacenan, el estado de las instalaciones y la exposición de las personas que trabajan en el lugar.
Su importancia consiste en que sirve como base para todas las decisiones posteriores en materia de seguridad. Sin esta evaluación no es posible clasificar el riesgo conforme a la normatividad de Protección Civil ni aplicar metodologías técnicas como las que plantea la NFPA.
Es el punto de partida para diseñar planes realistas de prevención y garantizar que los equipos, brigadas y simulacros respondan a condiciones específicas y no a supuestos generales.
Cómo realizar una evaluación de riesgo paso a paso
Evaluar el riesgo de incendio no tiene por qué ser complicado. La idea es seguir un orden: primero ver qué puede generar un fuego, después clasificar qué tan grande sería el problema y, al final, dejar todo claro en un plan que pueda ponerse en práctica.
1. Identificar materiales y procesos que pueden generar incendios
El primer paso es reconocer qué elementos dentro de la empresa pueden convertirse en un punto de ignición. Esto incluye sustancias inflamables, equipos eléctricos, plásticos, gases y hasta la acumulación de papelería o madera.
- La NOM-002-STPS pide un inventario anual de materiales combustibles y calcular la carga de fuego, dato que define si el riesgo es ordinario o alto.
- La NFPA señala que también importa la forma del material: polvos que pueden explotar, granos, partículas que se acumulan o productos terminados que liberan calor y humo de manera distinta.
2. Clasificar el nivel de riesgo según los criterios de Protección Civil
Una vez que se identifican los materiales y procesos, el siguiente paso es determinar si el riesgo de incendio es ordinario o alto. La NOM-002-STPS (Apéndice A) establece que esta clasificación depende de dos factores: la superficie construida y el cálculo de carga de fuego que se divide en:
- La superficie construida del centro de trabajo o de las áreas que lo integran.
- El inventario máximo registrado en un año de materiales, sustancias o productos inflamables o combustibles que se almacenen, procesen o manejen.
- El peso aproximado de sólidos combustibles (como mobiliario), calculado con un promedio de 60 kg por cada trabajador del centro de trabajo en áreas administrativas o similares. (No se contabilizan los trabajadores que realizan actividades fuera del centro de trabajo, como conductores, repartidores, vendedores o promotores.)
- Cuando existan dos o más materiales del mismo concepto, el riesgo se determina con base en la suma total de sus inventarios.
Después de identificar los materiales y su inventario anual máximo, la NOM establece que el riesgo de incendio debe calcularse mediante una fórmula que considera los inventarios de gases inflamables, líquidos inflamables, líquidos combustibles y sólidos combustibles. Cada inventario se divide entre el valor límite correspondiente, y la suma total determina si el riesgo es ordinario o alto.
- Si el resultado es menor a 1, el área evaluada se clasifica como riesgo de incendio ordinario.
- Si el resultado es igual o mayor a 1, se clasifica como riesgo de incendio alto.
La tabla siguiente muestra los valores límite que se utilizan para realizar este cálculo.
3. Analizar escenarios de incendio con criterios de la NFPA
La evaluación no termina en clasificar; también es necesario proyectar qué pasaría si un incendio se presenta en condiciones reales. Aquí entran las guías de la NFPA, que plantean metodologías para imaginar escenarios con base en la carga de fuego, el comportamiento de los materiales y la configuración del lugar.
- NFPA 550 explica cómo hacerlo: primero se identifican fuentes de ignición, después se describe el inicio del fuego y, finalmente, se analiza su propagación dentro del espacio.
- NFPA 551 detalla cómo medir el riesgo: se utilizan matrices que cruzan la probabilidad de que ocurra un escenario con la magnitud de sus consecuencias, lo que permite priorizar cuáles atender primero.
Con este enfoque se construyen hipótesis realistas: un incendio que asciende en estanterías altas (efecto chimenea), un conato limitado por extintores portátiles o incluso una explosión generada por polvo combustible en suspensión.
Además de anticipar escenarios, siempre es recomendable estar familiarizado con las acciones básicas que pueden aplicarse antes, durante y después de un incendio.
4. Documentar y compartir el plan con tu equipo
El resultado de la evaluación debe registrarse en un documento práctico y accesible. La normatividad de Protección Civil establece que debe integrar inventarios de materiales, planos de evacuación, croquis en puntos estratégicos e instrucciones de seguridad dirigidas a trabajadores, contratistas y visitantes.
Sin embargo, la documentación no cumple su función si no se comparte. Difundir el plan dentro de la empresa asegura que cada persona conozca rutas de salida, puntos de reunión y equipos disponibles. De esta manera, la respuesta no depende solo de brigadistas, sino de una coordinación general más efectiva.
5. Convertir la evaluación en acciones prácticas
Protección Civil exige que los resultados de la evaluación se traduzcan en acciones claras: mantenimiento de equipos, instalación de sistemas de detección acordes al riesgo y brigadas capacitadas. También fija la frecuencia mínima de simulacros: uno al año en riesgo ordinario y dos en riesgo alto.
La NFPA complementa al señalar que estas acciones deben diseñarse según los escenarios identificados. Esto implica calcular rociadores con base en la carga de fuego, usar barreras que frenan la propagación y entrenar al personal en el manejo del equipo disponible. De esta manera, la evaluación se materializa en medidas que funcionan en campo.
Importante
"Además de la normatividad de Protección Civil y las guías de la NFPA, en la industria también se aplican métodos no oficiales como MESERI, Gretener, Gustav Purt y Frame. No forman parte de ninguna norma oficial, pero se utilizan ampliamente como referencia práctica para valorar riesgos y orientar medidas de protección."
Medidas de protección contra incendios: pasivas y activas
La protección contra incendios combina acciones que frenan la propagación y sistemas que actúan directamente sobre el fuego. Estas se dividen en dos tipos: pasivas y activas.
Medidas pasivas
Son parte del diseño o construcción del inmueble y buscan contener el incendio para dar tiempo de evacuar. Se expresan en elementos como:
- Muros, puertas y sellos resistentes al fuego.
- Compartimentación de áreas para limitar la propagación.
- Rutas de evacuación despejadas y señalizadas.
- Materiales de construcción no combustibles.
Medidas activas
Son sistemas que requieren activación, manual o automática, y que actúan sobre el fuego o alertan a las personas. Incluyen:
- Detectores de humo, calor o gas.
- Alarmas audibles y visibles.
- Rociadores automáticos diseñados según la carga de fuego.
- Hidrantes, mangueras y extintores portátiles.
Protección Civil exige mantener estas medidas en condiciones operativas y documentar sus revisiones, mientras que la NFPA señala que deben elegirse en función de los riesgos detectados, ya que un sistema estándar no siempre responde a materiales específicos como plásticos o líquidos inflamables.
¿Qué sigue después de evaluar el riesgo de incendio?
La evaluación de riesgos marca el inicio de un plan integral contra incendios. Conforme a lo establecido por Protección Civil, los resultados deben traducirse en programas de capacitación, organización de brigadas y realización de simulacros que validen la preparación de la empresa.
- Capacitación continua: formación del personal en el uso de equipos, rutas de evacuación y procedimientos de alerta.
- Brigadas contra incendio: integradas por trabajadores preparados para atender conatos, guiar evacuaciones y coordinar la respuesta inicial.
- Simulacros periódicos: en centros de riesgo ordinario se realizan al menos una vez al año, mientras que en los clasificados como de riesgo alto la frecuencia mínima es de dos veces por año.
Sin la evaluación de riesgos, ningún plan contra incendios es válido
Un plan contra incendios solo adquiere valor cuando está respaldado por una evaluación previa de riesgos. Sin ese análisis, las medidas quedan incompletas: no es posible justificar la clasificación del centro de trabajo ante Protección Civil, ni garantizar que los equipos instalados respondan a los escenarios reales de la empresa.
Además, si la evaluación no está aprobada por Protección Civil, la empresa se expone a sanciones, suspensión de actividades o incluso a no poder acreditar su Programa Interno. En un incendio real, esto significa enfrentar la emergencia sin respaldo legal ni operativo.
Una vez definido el nivel de riesgo, el siguiente paso es contar con un sistema de alarma que realmente responda a las condiciones del centro de trabajo. Aquí puedes revisar las recomendaciones técnicas para seleccionarlo e instalarlo de forma correcta.
